Sabemos que los grupos sociales de más de 150 integrantes tienden a ser demasiado grandes (esto es lo que se conoce como el número de Dunbar, llamado así por el antropólogo Robin Dunbar).
Pareciera ser que, en el contexto de Facebook, aquellos con redes que consisten en varios miles de personas encuentran cada vez más difícil confiar en ella (incluso si aplican configuraciones de privacidad rigurosas).
Otro problema para los inocentes digitales es el tiempo que han estado archivando sus vidas en Facebook.
Sus archivos de Facebook a menudo se remontan a una época en que eran menos selectivos sobre lo que publicaban sobre sí mismos. Este descuido en el material compartido es visto ahora como una amenaza para la imagen social que desean proyectar en la edad adulta.
Un tema recurrente es el compromiso social de estar en Facebook. Si bien Facebook le permite a la gente mantenerse conectada con sus amigos, familiares y comunidades, también se cree que genera una nueva forma de trabajo doméstico digital.
Una de las razones del éxito de las redes sociales es, por supuesto, su capacidad de aprovechar nuestro instinto social para compartir e intercambiar conocimientos.
Pero a medida que los círculos sociales crecen dentro Facebook, parece que los costos de la obligación mutua (les gustó mi publicación, así que mejor yo le pongo un me gustó a la suya) comienzan a superar los beneficios de estar conectados.
Aquí es donde las formas digitales de obligación mutua son diferentes a las reales: en el mundo real nos damos la mano y nos decimos cosas buenas en el momento del encuentro.
Pero en el mundo digital, las obligaciones sociales pueden acumularse rápidamente a niveles insostenibles.
Implicaciones
Aunque Facebook aún puede seguir creciendo, aquellos que abandonan la plataforma revelan tendencias interesantes que sugieren cómo se desarrollarán las futuras relaciones con la tecnología inteligente y las redes sociales.
Estamos en una era de oportunidades sin precedentes para la conexión y la participación social.
Quienes abandonan Facebook se encuentran en un extremo de un espectro en el que todos habitamos mientras intentamos resolver cuestiones de identidad digital, responsabilidad y costumbres colectivas.
Dejar las redes sociales es una de las varias opciones que podemos elegir al intentar navegar en este nuevo mundo.
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